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La Basílica

Monseñor Joaquín García Ordóñez, Obispo de Santa Rosa de Osos, alcanzó del Papa Juan Pablo II, hoy santo, el 17 de marzo de 1981, el título litúrgico de “Basílica Menor”.

La Basílica

Monseñor Joaquín García Ordóñez, Obispo de Santa Rosa de Osos, alcanzó del Papa Juan Pablo II, hoy santo, el 17 de marzo de 1981, el título litúrgico de “Basílica Menor”.

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Historia de la Basílica

Esta Parroquia nació a la vida eclesiástica el 16 de enero de 1758 y fue encomendada al patrocinio de San Pedro, Príncipe de los Apóstoles. Dieciseis (16) años más tarde, probablemente el 17 de junio de 1774, se verifica el Milagro de la llegada de la Sagrada Imagen de El Señor de los Milagros. Estuvo 121 años la preciosa Imagen en la pequeña capilla de la comunidad, desde el acontecimiento del milagro del Cristo en el paraje “Tierra Negra”, hasta que el tiempo obligó a la construcción de una iglesia que fuera el hogar adecuado del Cristo de San Pedro de los Milagros.

Una visita del Ilustrísimo Señor D. José Joaquín Isaza Ruíz, en septiembre de 1874, dejó la orden de nombrar una junta para comenzar los trámites necesarios para iniciar las obras de reedificación. Entonces, el Señor Cura Párroco, el Pbro. Fermín de Hoyos y su sobrino, el Pbro. Mariano de Jesús Eusse Hoyos, hoy Beato Padre Marianito, procedieron a formar una junta que se instaló el 12 de octubre de 1875. Consiguieron como director de la obra al Señor Emigdio Rincón, de Marinilla (Ant.) quien finalmente entregó una magnífica edificación veinte años después, en 1895.

En 1896, Don José Milagros Gómez Piedrahíta donó el retablo, obra de arte gótico en madera para la imagen del Señor de los Milagros, la Inmaculada Concepción de María, San Pedro Apóstol y San José. El sacerdote Eudista Pedro Lacroix Dollias en 1930, siendo Párroco, trajo desde Francia el hermoso Vía Crucis que aún hoy posee.

El Presbítero Antonio María Peña Tobón embellece arquitectónicamente el interior, en sus arcos, columnas y techumbre. Además, comisionó, en 1943, al artista catalán José Claró, para la elaboración de siete (7) pasajes del Nuevo Testamento referentes a la vida de Jesús y que entregó en 1948.

Una preciosa réplica de La Pietá (de Miguel Ángel) llegó a San Pedro por una promesa del Padre Leonidas Lopera Roldán, quien al morir sin cumplirla, su sobrino, el Padre Leonardo Lopera Montaño, en un viaje a Roma, hizo elaborar la imagen de la Virgen en un solo bloque de mármol blanco. Esta donación se hizo en 1949.

En 1954, llegó a San Pedro como párroco el Padre Roberto Antonio Arroyave Vélez. A él se le deben los hermosos vitrales que dan una luz especial al interior del templo (1961). En 1968, con los impulsos renovadores del Concilio Vaticano II, el Padre Luis Carlos Jaramillo Arango fue el encargado de adecuar el templo a los nuevos tiempos. El altar y el ambón los renovó en mármol.

Para realizar el culto al Santísimo Sacramento, consagró la capilla del sagrario y le dio todo su valor a la hermosa imagen de La Pietá en una capilla propia; en 1970, terminó de demoler el pináculo central del frontis que había sido averiado por un terremoto. Más adelante, este mismo sacerdote, con la ayuda del P. Ricardo Tobón Restrepo (consagrado Obispo más adelante), se dio a la tarea del embellecimiento en oro y plata de sus columnas, arcos y techumbre.

Monseñor Joaquín García Ordóñez, Obispo de Santa Rosa de Osos, alcanzó del Papa Juan Pablo II, hoy santo, el 17 de marzo de 1981 el título litúrgico de “Basílica Menor”.

En el año 2003 a cargo del Padre Mario Álvarez Gómez (consagrado Obispo en 2018) se inició un trabajo muy delicado de estructuración del frontis de La Basílica que amenazaba un gran desastre, y aprovechando esta estructura, se reconstruyó el pináculo central. La obra se inauguró en 2004. Con motivo de las bodas de plata de la dignidad litúrgica de Basílica Menor, con el beneplácito del Padre Mario, el artista sampedreño Juan Múnera Ochoa realizó veinte (20) pinturas sobre lienzo, que ilustran toda una catequesis bíblica.

Teniendo acceso por la Capilla del Santísimo se construyó un lucernario, lugar de oración y espacio para veladoras y velas.

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